lunes, 6 de enero de 2014

LXXIV

Madrugadas mágicas
de infantiles deseos
y blancas ilusiones.
Sueños imposibles
son los míos.
Sueños de alma errante
que no descansa.
Caminos sin rumbo
adornados de tristeza
y desesperado dolor.
Días borrados
por lágrimas
de ausencia.
Pero anoche
soñé contigo.

No estés triste,
mi niño.
Susurraste con
tu voz de miel.
Si tú lloras,
no cesarán
mis lágrimas.
Sólo río
cuando ríes.
Vivo en ti
cuando tu vives.
Mis abrazos
en tus sueños
siempre estarán.
Yo velaré por ti
cuando duermas.
Vela tú por mí
cuando despierto estés
siendo feliz.
Acepta, mi niño,
este regalo
y vive para mí.

Sí, madre, lo haré.

Santi Malasombra