sábado, 19 de abril de 2014

LXXIX

Angustiosa soledad atrapada
en una botella de whisky.
Desesperación y rabia
de un blues rastrero
son inquilinas perpetuas
de mi quemada alma.
Abandonado por
las malditas lágrimas
que antaño
me consolaban.
Pensamientos
de sangre caliente
brotan de mi boca.
Alaridos vacíos,
espinas en mi garganta.
Lento alcohol,
muy lento.
El sueño etílico
que cada día
llega más tarde.
Mis manos
aprietan las espinas
que escoltan a la rosa.
Mis ojos vacíos,
mi boca seca,
mi cuerpo sin vida.
Aún respiro,
pero no respiro.
No respiro...

Santi Malasombra