miércoles, 3 de julio de 2013

LXVII

Ayanta y los bichos.

Aquel día hubo pleno en el Parlamento de los Bicholandia. Tomó la palabra la Viuda Negra como presidenta:
-Invertebrados diputados, este gobierno ha decidido poner en marcha una misión de reconocimiento para descubrir los secretos del amor. Hemos sabido de la existencia de una humana llamada Ayanta Barilli que habla en la radio sobre amor, precisamente. Vamos a seguirla hasta descubrir porqué razón son tan felices los que se enamoran.
El escarabajo pelotero aplaudió con entusiasmo, la mantis religiosa rezó para que el proyecto tuviese éxito y la mosca Tse Tse se quedó dormida en su escaño.

Las primeras enviadas fueron las cucarachas. Esperaron a Ayanta en el trayecto nocturno que solía hacer cuando iba y venía de la radio. Intentaron acercarse al verla, pero ésta las miraba con cara de asco y trataba de alejarse de ellas. Las cucarachas dieron cuenta a su gobierno del fracaso y pasaron al siguiente plan.

Un grupo de hormigas bien entrenadas por el general Hormigón Armado, lograron infiltrarse en el domicilio de Ayanta y trataron de hablar con ella. Todo fue inútil. Ella las perseguía y pisoteaba. Además, un geko montaba guardia por si alguna lograba escapar. Las bajas eran constantes y numerosas, pero las valientes hormigas no se rendían nunca. Demostraron su valor, pero no conseguían resultados.

En un nuevo intento, el ejército de Bicholandia recurrió a sus Fuerzas Aéreas y millones de polillas invadieron la ciudad donde vive Ayanta. Muchas lograron acercarse a ella, pero fueron abatidas sin compasión.

Comprendieron que acercarse en grupo era inútil y decidieron una nueva táctica: Infiltrarían a una agente solitaria que no llamase mucho la atención y que, por fin, descubriese los secretos del amor que escondía. La nueva misión recayó sobre la mosca. La siguió hasta el estudio de radio y cuando empezaba a tomar apuntes de lo que contaba Ayanta a sus oyentes, fue descubierta y perseguida. Logró zafarse de unos cuantos ataques, pero entonces apareció María con un insecticida y acabó con ella.

El gobierno de Bicholandia había perdido toda esperanza y decidió poner fin al intento de saber qué era el amor. Entonces se presentó una abejita y se ofreció voluntaria. Como no tenían nada que perder le dieron permiso.
Al cabo de unos días, la abejita volvió con cara de felicidad. Todos se emocionaron y pidieron que contase qué había descubierto.

-Pues veréis, llegué a su casa, revoloteé cerca de las ventanas y apareció Ayanta. Ella no me vio y pude espiarla con tranquilidad. Entonces puede ver en sus ojos algo único y mágico: la ilusión, la fascinación, la felicidad, la alegría....Y comprendí que el amor está dentro de cada uno de nosotros.
-¿Qué estaba haciendo?- Preguntaron intrigados.
-Nada- Contestó la abejita- estaba mirando una destartalada planta de la que había brotado una flor naranja, pequeña y picuda.

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