lunes, 11 de febrero de 2013

LIII

Ahogado en un inmeso mar sólo veo palabras que huyen. Palabras salvajes que no se dejan domar por este pobre escribano abandonado por las musas. Palabras veloces como estrellas fugaces que no se detienen a ser contempladas. ¿Dónde estáis? ¿Qué mal os hice? Vuestra ausencia en el folio en blanco se torna burlona y cruel. Ironiza sobre mi incapacidad de unir unas cuantas de las que sentirme orgulloso. Musas que antes me visitaban ya no lo hacen. ¿Acaso las asusté? ¿Acaso las falté? Desesperada es mi llamada. ¡Voved! ¡Regresad! ¿Qué queréis a cambio? ¿Mi alma? Ya era vuestra desde el inicio de mi existencia. No tengo nada que ofrecer más de lo que os he dado. Sí, se que vosotras me habéis regalado tesoros inimaginables que no tienen precio. Pero os pido más. Soy un maldito egoista que quiere vivir a vuestro lado. Palabras, palabras, palabras...Palabras como belleza, amor, estrella, flor, amanecer, beso, lluvia, vida, nieve, risa, viento, caricia...Os quiero ver para uniros y jugar con vosotras al juego más maravilloso que el humano inventó: escribir. Sólo una de vosotras me es fiel. Sólo una de vosotras me recuerda vuestra ausencia.
Lágrima.
Lágrima, porque no escribo.
Lágrima, porque no vivo si no escribo.
Lágrima por la musa que huyó.
Lágrima por el lápiz que no camina.
Lágrima por mi vida que no es tal
si en ella la escritura no está.

Santi Malasombra

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