miércoles, 29 de agosto de 2012

XXXII

Prisionero de la soledad
que un día buscó y encontró.
Ya no pudo huir de ella
o tal vez no quiso.
Corazón encadenado que no avanza.
No hay camino si noy hay rumbo.
Cuando aquella mujer dijo no,
asesinó el amor que sentía.
Muerto en vida y solo
desterró de su alma la brujula,
las ganas de caminar
Sus ojos no vieron la amistad
de aquella otra que quiso ser amiga.
Cuarenta años pasaron
de angustiosa espera.
Largas noches,
días vacíos.
Ya duerme para siempre.
Nadie acudió a su entierro.
Ya descansa su gastado cuerpo
en aquel cementerio olvidado.
Pasan unos días...
Una anciana de cabellos de plata
se acerca a su tumba.
Ofrece una flor y una lágrima.
Aquel hombre fue amado.
Un desengaño le cegó,
pero fue amado
y nunca lo vio.

Santi Malasombra

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